Ley de etiquetados: caso chileno y los desafíos para la industria en Latinoamérica

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La obesidad se ha convertido rápidamente en una preocupación de salud pública de primer orden para los gobiernos de todo el mundo. Un enfoque que ha cobrado importancia en los últimos años para ayudar a frenar la epidemia mundial de obesidad es el uso del etiquetado nutricional.

A medida que aumenta la evidencia científica que relaciona la obesidad y las enfermedades crónicas asociadas con los hábitos dietéticos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha establecido el uso de esquemas de etiquetado nutricional como estrategia para mejorar las elecciones de alimentos saludables.

De acuerdo con las recomendaciones de la OMS, muchos países han requerido a los proveedores de alimentos que divulguen información sobre el contenido nutricional y de calorías. Sin embargo, si la información es compleja o poco útil no servirá para tomar decisiones informadas.

Para superar este problema, algunos proveedores de alimentos han proporcionado voluntariamente información simplificada sobre productos saludables para persuadir a los clientes interesados ​​en mejorar sus opciones de alimentos en el punto de venta.

En el caso chileno, en el 2015 se promulgó la Ley de Alimentos y, al año siguiente, entró en vigencia. El nuevo marco regulatorio tenía como objetivo, entre varios elementos, mejorar la información nutricional en el punto de venta utilizando un etiquetado simple interpretativo en el frente del paquete.

Según la nueva regulación, los productos alimenticios preenvasados cuyo contenido de cuatro nutrientes críticos (azúcar, sodio, grasas saturadas y calorías) excedan ciertos umbrales deben mostrar etiquetas negras estandarizadas que adviertan que el producto contiene niveles excesivos de los nutrientes críticos correspondientes.

La regulación fue destacada en la prensa internacional y descrita como “el intento más ambicioso del mundo de rehacer la cultura alimentaria de un país” y “podría ser un modelo de cómo cambiar el rumbo de una epidemia mundial de obesidad” por el New York Times.

Identifying Food Labeling Effects on Consumer Behavior

En este contexto, los investigadores del Instituto Milenio MIPP Carlos Noton y Daniel Schwartz, junto con el alumno Sebastián Araya y el académico Andrés Elberg, aprovecharon la implementación gradual que experimentaron las cadenas de supermercado antes de la entrada en vigencia de la ley para identificar el efecto del nuevo etiquetado en el comportamiento del consumidor. El estudio se llamó “Identifying Food Labeling Effects on Consumer Behavior” y fue publicado recientemente en la revista Marketing Science.

Una de las mayores contribuciones de esta investigación se debió a que previamente la identificación del efecto causal del etiquetado había sido esquiva y, más aún, con evidencia mixta en la literatura.

Para poder analizar esta nueva medida, se asociaron con una gran cadena de supermercados en Chile para estudiar el impacto de la ley de etiquetado nutricional en el comportamiento de compra. Si bien existen diversas encuestas y focus groups argumentando que los consumidores son conscientes del nuevo etiquetado, y que declaran ciertos cambios de hábitos, es difícil evitar sesgos propios de estas metodologías, pues lo que dicen las personas no siempre coincide con lo que hacen.

La investigación analizó los efectos heterogéneos en tres categorías de productos: cereales para el desayuno, chocolates y galletas.

Cabe destacar que antes de la entrada en vigencia de la ley, muchos productos se etiquetaron con los sellos. Los sellos se introdujeron en forma paulatina en distintos lugares, y en distintos momentos. “Esto fue muy importante para poder determinar la causalidad del efecto del etiquetado, ya que nos permitió atribuir los efectos del etiquetado y poder aislar otros efectos simultáneos como la publicidad, efectos estacionales, promociones y un largo etcétera”, señala Daniel Schwartz.

Explorar la implementación gradual en el tiempo del etiquetado, permitió remediar este problema llamado técnicamente “problema de identificación”, pues se trata de identificar un efecto causal. Para muchos productos, la implementación del etiquetado variaba ostensiblemente entre locales del mismo supermercado.

Utilizando datos de esta implementación gradual a través de mediciones en góndolas, más datos de precios y compras efectuadas por los consumidores, pudieron comparar los patrones de consumo en un mismo instante en el tiempo para el mismo producto, cuya única diferencia era el etiquetado “alto en”. Esto es muy similar a realizar un experimento aleatorio en dónde algunos locales tienen un producto etiquetado y otros no (esto para cientos de productos y durante varias semanas).

¿Han resultado efectivas las etiquetas?

En la categoría de cereal, la nueva etiqueta de advertencia redujo la cantidad de compra en 6,2 puntos porcentuales y la probabilidad de compra en 5,8%. Como referencia, si un local vende 20 unidades de un cereal específico en un día, el nuevo etiquetado disminuyó esta cantidad entre 1 o 2 unidades. En el caso de chocolates y galletas, los investigadores no encontraron variaciones significativas provocadas por el etiquetado.

Las razones de por qué en los cereales se aprecian cambios, el estudio sugiere que es esperable un mayor cambio de comportamiento por parte de los consumidores en categorías donde existe una posibilidad de sustitución en la compra o de prescindir de ésta, y si el etiquetado provee información que no se esperaba. “En este caso, en la categoría de cereales se cumplen estas condiciones”, indica Carlos Noton. En el caso de las galletas y chocolates, el etiquetado difícilmente incorporó una información nueva.

Los resultados también sugieren que las compras de grupos socioeconómicos medios-bajos y familias con niños son susceptibles de ser modificadas por la provisión de información nutricional simplificada. Estos hallazgos son muy relevantes para los formuladores de políticas que generalmente se enfocan en ambos grupos, especialmente dadas las alarmantes tasas de obesidad entre los niños.

Políticas Públicas

En consecuencia, la investigación logró identificar el impacto de la etiqueta de advertencia en los patrones de compra en el corto plazo. Los resultados enfatizan que las etiquetas de advertencia pueden no ser suficientes para frenar el comportamiento de compra de productos no saludables, y las medidas adicionales, como prohibir los productos no saludables en las escuelas, parecen complementar la divulgación de información alimentaria.

Para separar los canales exitosos requeridos para cambiar el comportamiento de compra de alimentos, es necesario comprender las respuestas de los consumidores a las etiquetas de advertencia. El efecto de este tipo de información ayudará a evaluar uno de los componentes principales de las políticas de etiquetado nutricional y una estrategia de marketing esencial para la publicidad en el punto de venta utilizada en las cadenas minoristas en todo el mundo.

Cómo lograr mayor efectividad es un aspecto que los investigadores resaltan, indicando que la información debiese ser simple, llamativa (o “viva”), transparente y comparativa. “Los primeros atributos se han logrado en alguna medida. Sin embargo, la información debe también permitir comparaciones: nada es bueno o malo per se, sino que lo es en base a un punto de referencia. Mientras las personas tengan posibilidades de diferenciar productos (es decir, que no esté todo etiquetado de la misma forma) y vean simplemente que un producto podría ser más dañino para la salud que otro, entonces las elecciones serán más fáciles”, dice Noton.

Una tarea en la cual los proveedores tienen un rol muy importante. La evidencia indica que son ellos los que también reaccionan y mejoran la composición de sus productos en el mediano plazo, explica Schwartz, “obviamente esto requiere que la información sea transparente y que la autoridad vele que los productos mejoren en su calidad, más allá de los sellos”.