Diferencias de género: mercado laboral y educación superior

Jun 12, 2018 | Desigualdad, Economía Laboral

A pesar de los avances alcanzados por la mujer en el mercado laboral y en la educación superior persiste un descontento en la sociedad por su situación. Esto se debe a la discriminación salarial, la poca participación en la educación superior en las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (CTIM), y la menor presencia de mujeres en el poder político, económico y académico. No pretendo abordar las diversas causas de esto acá. Solo intento plantear, basado en nueva evidencia empírica, que esto no necesariamente se debe a la existencia de machismo y discriminación. Su existencia, indudablemente inaceptable y condenable, no debería limitarnos a creer que estas son las únicas explicaciones posibles.

Card y Payne (2017) estudian la diferencia en la tasa de participación en CTIM usando datos de Canada y concluyen que esta no se explica por discriminación, sino que por la baja preparación de los hombres (relativo a las mujeres) en humanidades, artes y ciencias sociales (HACS) y la menor participación de ellos en educación superior. Básicamente, los hombres concentran su preparación en educación media en CTIM, mientras que las mujeres concentran la suya en HACS. En resumen, el mayor porcentaje de hombres en CTIM se debe a ventajas comparativas y las mujeres tienen ventajas absolutas en ambas áreas.

Las investigaciones lideradas por la profesora española N. Iriberri presentan hallan los siguientes novedosos resultados: (i) en torneos matemáticos sucesivos, las mujeres, quienes tienen en promedio mejores notas en matemáticas, logran un desempeño menor en las etapas avanzadas de estos. La caída en su rendimiento es explicada, en su mayoría, por la mayor presión competitiva en la etapas avanzadas; (ii) hombres y mujeres reaccionan diferente a los incentivos. Las estudiantes de educación media en Barcelona tienen mejores resultados que sus pares masculinos en la mayoría de las pruebas. Sin embargo, la brecha disminuye a mayor es la importancia relativa de la prueba, a tal punto que las diferencias en resultados desaparecen por completo en el último año, el cual representa el 50% del puntaje de ingreso a la universidad; y (iii) la evidencia empírica que documenta que las mujeres tienen peores resultados en ambientes altamente competitivos se debe en gran medida a que las tareas realizadas son percibidas como tareas masculinas. Este incentivo negativo se exacerba cuando la información provista confirma los estereotipos.

Estos resultados sugieren que algunas de las diferencias de género observadas son el resultado de elecciones diferentes, por parte de hombres y mujeres, con el fin de desempeñarse en áreas y labores que les generan un mayor bienestar y otras resultan de estereotipos, discriminación, machísmo y falta de estructuras laborales que permitan a las mujeres obtener el máximo rendimiento de su mayor capital humano. A pesar de esto último, el futuro es promisorio y hay avances importantes. De hecho, en las grandes ciudades de Estados Unidos, donde las estructuras laborales se han adecuado mejor a las preferencias de las mujeres, los hombres jóvenes ganan en promedio menos que sus pares femeninos, con igual capital humano.

Esta columna fue publicada en Voces de La Tercera

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