¿Quebrar o no quebrar?: El análisis del economista Ronald Fischer

Abr 16, 2020 | Covid-19, PYMES

Posterior al “estallido social” del año pasado, en el periodo que comprende noviembre de 2019 y febrero de 2020, se evidenció que 555 empresas debieron liquidar sus bienes por deudas – un 22% más que el periodo anterior – y 827 personas naturales – un 14% más que el periodo anterior – según datos de la Superintendencia de Insolvencia y Reemprendimiento.

A estos números alarmantes, se suma la proyección realizada por Juan Pablo Sweet, Presidente de la Multigremial Nacional de Emprendedores, respecto a la situación de las PYMES en el marco de la pandemia mundial: si Chile no logra superar esta nueva crisis durante el segundo semestre de 2020, habrá más de 100 mil PYMES en quiebra y 1 millón de personas desempleadas.

Ronald Fischer, Investigador de Instituto Milenio MIPP y Académico de Ingeniería Industrial de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, entregó claves para entender los procesos de quiebra. Según explicó, existen principalmente seis motivos para quebrar: un mal manejo del negocio; inviabilidad (porque el mercado deja de existir o hay competencia más eficiente); problemas financieros; la sincronía entre el alza o baja del dólar; la importación o exportación de productos; y la mala suerte, puesto que las ventas caen debido a factores externos como un terremoto, un estallido social o una pandemia, por ejemplificar algunas.


Las alternativas recomendadas

En una situación como la actual ¿Cuándo decidir si quebrar o seguir adelante? Antes de dar un final a la inversión, Fischer propone tres caminos para enfrentar la situación:

  1. Tratar de renegociar los créditos, bajar el sueldo de los trabajadores, reducir los impuestos negociando con el SII, o renegociar el contrato de arriendo. Además, el afectado puede intentar expandir sus ventas en nuevos mercados.
  2. Dirigirse a la Superintendencia de Insolvencia y Reemprendimiento para buscar renegociar las deudas, mediante un mecanismo más equitativo que ir al banco directamente. Aquí es probable que se le solicite al afectado reducir costos, vender activos o que exista una reestructuración.
  3. Quebrar directamente. En ese caso, se nombra a un liquidador aprobado por la junta de deudores para que se deshaga de los bienes de la firma o unidad económica.

 

Cuando la quiebra es la única opción

Si no hay más escape que quebrar, la Ley de Insolvencia y Reemprendimiento es la que permite a quienes tienen problemas de sobreendeudamiento buscar alternativas, a partir de distintos instrumentos para personas y PYMES. Hace 5 años, esta ley sufrió una modificación  que permitió que se triplicara la cantidad de procedimientos, en comparación a los que se realizaban bajo la normativa anterior. “A priori creo que es bastante mejor que la que teníamos antes, equilibrando mejor los derechos de deudores y acreedores, y es más ágil, pero aún no se ha visto cómo funciona en condiciones complejas como las actuales”, comenta el Investigador.

La Ley actual contempla dos salidas para el Organismo o persona afectada, la liquidación y la reorganización. Según señala Ronald Fischer, el monto para que una persona quiebre es cercano a las 80 UF, y para una empresa, alrededor de las 200 UF. A su parecer, son límites de entrada bastante bajos y que no congestionan a la Superintendencia, pero sí tienen su precio: el no poder quebrar de nuevo en los próximos cinco años. “Es una quiebra frívola, por poca plata, que puede tener un costo cuando las cosas se ponen más feas”, agrega.

 

El caso de los bancos

Debido a los complejos meses que ha vivido el país en el último tiempo, los bancos han tomado un rol protagónico respecto a la toma de medidas excepcionales para flexibilizar las condiciones bancarias de sus clientes. Prórroga, repactación, y otros “salvavidas” han sido las acciones emprendidas por la banca, pero ¿son del todo convenientes para las personas?

Por ejemplo, Banco Estado informó a principios de abril que 180 mil clientes han solicitado la repactación y el refinanciamiento de créditos. En este caso, Ronald Fischer comenta que la ventaja de renegociar directamente con el Banco es que los clientes no aparecen como deudores impagos, ya que, una vez hecho el nuevo acuerdo, estos quedan sin créditos morosos en los registros bancarios.

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